No creo que sea bueno a medio plazo la divinización de ciertos entrenadores (hablo de José Mourinho y de Pep Guardiola). El primero tienen un afán por el control absoluto y todos sus gestos (sabe que la cámara le sigue) son medidos como si el portugués fuese la estrella de una producción de Hollywood. De Guardiola se dice en tono de sorna que “orina colonia”. No por lugar común, el comentario define la imagen transmitida por el técnico catalán. Detrás de su hermetismo (ni una sola entrevista a los grandes medios de información deportiva) no sabemos qué ser humano hay detrás. Mou ejerce de macarra y Pep se sube por las paredes, por más que difunda el seny catalán. En este sentido prefiero a los dos clásicos de nuestro fútbol: el trasero pelado del áspero Luis Aragonés o la caballerosidad del padre perfecto Vicente del Bosque. También son ganadores.
jueves, 18 de agosto de 2011
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